Fue la trompeta y la voz. Fue la sonrisa y los gestos. Sobrevivió a una infancia difícil, pasó por un reformatorio, trabajó como obrero, encontró en la música un camino y lo recorrió. Evadió las luchas sociales de sus pares. Fumó marihuana y bebió alcohol. Vivió 69 años. Fue uno de los artistas populares del género más influyente e importante del siglo XX. Fue uno de los grandes del jazz.
Todos lo alaban por lo que hizo entre 1920 y 1940: absorbió la música de su natal Nueva Orleans; trabajó en los barcos que recorrían Mississippi; vivió en Chicago para tocar con Joe King Olivier, su mentor y padre musical; formó parte del grupo de Fletcher Henderson; fundó Hot Five y Hot Seven; grabó Heebie Jeebies, tema con el que hizo popular el scat, improvisación vocal de puros sonidos; le dio protagonismo a la trompeta como instrumento solista.
Todos lo alaban por lo que hizo entre 1920 y 1940: absorbió la música de su natal Nueva Orleans; trabajó en los barcos que recorrían Mississippi; vivió en Chicago para tocar con Joe King Olivier, su mentor y padre musical; formó parte del grupo de Fletcher Henderson; fundó Hot Five y Hot Seven; grabó Heebie Jeebies, tema con el que hizo popular el scat, improvisación vocal de puros sonidos; le dio protagonismo a la trompeta como instrumento solista.
Después se fue a Nueva York. Tocó incesantemente, según cuentan hasta 300 veces por año. Se compró una casa en Queens. Formó grandes bandas, de hasta 16 músicos, pero la economía lo obligó a reducirlas hasta convertirlas en sextetos, al que denominaron All Stars. Grabó discos, muchos. Actuó en películas, casi todas de segunda categoría. Hizo dinero con su música.
En 1952, después de verlo tocar en París, un joven argentino escribió: Louis, enormísimo cronopio. Fue la primera vez que Julio Cortázar usó la palabra cronopio en uno de sus textos. Estuvo en Venezuela, se presentó en el Aula Magna de la UCV, el Hotel Ávila, la Concha Acústica de Bello Monte y en la plaza de toros del Nuevo Circo, lugar del que se fue molesto pues al concierto no asistieron más de 50 personas.
Además de dirigir, cantar y ser un solista, acompañó a Bessie Smith y Ella Fitzgerald, entre otros. Viajó por África, América, Asia y Europa para convertirse en el embajador del jazz, en el símbolo del gobierno de Estados Unidos, de la victoria, del poder. Fue criticado por muchos de sus colegas, lo acusaron de ser la imagen del negro sumiso ante los blancos, el dócil, el benevolente, el pacífico. Se le tildó de payaso por su performance, por sus muecas, se dijo que se repetía constantemente. En los 60 popularizó, con su voz ronca, lenta y tierna, What a wonderful world y Hello, Dolly, temas que compitieron en popularidad con las canciones de Los Beatles.
Sin la técnica adecuada sopló la boquilla de su instrumento, en la vejez sus labios pagaron el esfuerzo con dolor y heridas acumuladas. El hombre del pañuelo blanco y la trompeta. El negro bonachón y de ojos expresivos. El Satchel Mouth. Nació y murió en las ciudades más jazzísticas del mundo: Nueva Orleans, donde el aeropuerto lleva su nombre, y Nueva York, donde su casa de los últimos 28 años de vida es un museo. Hoy se cumplen 110 años del nacimiento de Louis Daniel Armstrong. El gran Satchmo.
La fotografía de Armstrong forma parte de la colección de la librería del Congreso de Estados Unidos.
La fotografía de Armstrong forma parte de la colección de la librería del Congreso de Estados Unidos.
buena nota que se agradece.
ResponderEliminarcreo que también se presentó en el show de renny, si no no lo recordaría tan cercano a la infancia. Satchmo, como todo artista, entre errores y aciertos, dejó su huella en la piedra de la cultura. se agradece tu nota, tu no concesión amorosa hacia el hombre de la marcha de los ángeles. creo que él no dudaría en acompañar tu nota con unos acordes.
Gracias por tu comentario María Antonieta. Lo aprecio mucho. Satchmo es uno de los grandes de todos los tiempos. Cuando vino a Caracas también se presentó en Televisa. Quizás ese material lo usó Renny años después. La anécdota de su paso por Caracas me la contó Federico Pacanins, él lo recogió en la segunda edición del libro Jazzofilia. También leí sobre su visita al país en el libro testimonial que hizo Jacqueline Goldberg sobre el querido Jacques Braunstein, quien siempre despedía su programa de radio dominical con la frase "Paz y jazz".
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