Prisión tropical

Fidel Castro es un tirano que todavía despierta simpatías en Europa
Para algunos europeos, sobre todo de la izquierda nostálgica, América Latina es un sitio de aventuras, desorden, caos y alegría. La planificación y el orden sólo funcionan en los países desarrollados que supuestamente son aburridos. Esos nostálgicos podrían sorprenderse de un músico latinoamericano que ejecute el violín en una orquesta sinfónica, para ellos un músico de estos lados lo que debe tocar es tumbadora.


Los dinosaurios de la izquierda consideran aburrido a un presidente latinoamericano preocupado en gobernar con sobriedad, un presidente de poco y buen hablar como Ricardo Lagos. Lo exótico de América debe ser un político testarudo, vestido con un desgastado uniforme verde oliva, que tenga más de cuarenta años gobernando, demostrando que su revolución es incapaz de generar líderes que lo puedan suceder ¿Alguien recuerda al canciller Roberto Robaina?

Quizás Fidel Castro sea uno de los pocos cubanos que no sabe bailar, pero la admiración que despierta todavía en algunos dinosaurios no es ocasionada por su incapacidad para el movimiento, sino porque para ellos el barbudo es un David que ha sobrevivido con astucia y malicia a todos los intentos que han hecho los gobiernos estadounidenses para derrocarlo. No es un secreto que entre muchos latinoamericanos persiste un sentimiento antiyanqui, creado por las infortunadas intervenciones que los gobiernos de Estados Unidos hicieron en estas tierras. Ellos consideran a Castro un personaje histórico, a pesar de los fusilamientos de gente común y corriente que busca escapar y de las menores de edad que venden sus cuerpos en las calles cubanas.

El escritor cubano Heberto Padilla, perseguido y detenido por expresar su disidencia a través de la poesía, describió en su libro La mala memoria a Fidel orinando y hablando de su plan político. "¿Fidel orinando?" se preguntarán los dinosaurios, "Pero si él no tiene desperdicio alguno ¿para qué va a orinar?". El ministro de Cultura de la isla, Abel Prieto, dijo hace días en Caracas: "En Cuba no existe el delito de opinión. Los que están presos lo están por haberse puesto al servicio de una potencia extranjera" y bla bla bla, ya todos sabemos el predecible discurso de un funcionario cubano. Es verdad que no hay delito de opinión, porque disentir de Fidel no es un delito sino un pecado mortal, sin perdón de Dios, porque a pesar de la visita del Papa Juan Pablo II y del Patriarca Ortodoxo Bartolomé I, "Dios no existe".


Los dinosaurios de la izquierda adoran a un Castro que no pertenece a esta época, ya no es el joven de los sesenta que decía frases efectistas y pronunciaba largos discursos; sino el responsable de la muerte de miles de cubanos que se lanzan al mar para llegar a Florida, a donde sea, con tal de salir de ese infierno. Ya lo decía el poeta Reinaldo Arenas, otro perseguido y detenido por expresar su disidencia, "estamos en una prisión tropical que es además el primer territorio libre de América".

Publicado en el diario El Mundo de Caracas el 30 de enero de 2004.

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